
Disclaimer: Esto es mi experiencia personal, no información médica. Consulta con un doctor antes de tomar cualquier decisión sobre medicamentos.
Lo que escribo es lo que soy. Al releer mis últimas publicaciones, me doy cuenta de que he estado en una batalla interna. En retrospectiva, tiene sentido: durante los últimos 10 meses, mis sentimientos estuvieron en hibernación. Para alguien tan intensa como yo, no es sorpresa que algo dentro de mí quiera explotar.
Estar en escilatropam (Lexapro) por la mayor parte de este año me cambió la vida, y no me arrepiento. Por 10 meses no tuve ataques de pánico y solo experimenté ansiedad en situaciones extremas. Para una persona hipersensible y ansiosa la mayor parte de su vida, no sentir ese eterno apretón en el pecho fue una de las mejores sensaciones del mundo. La vida es mucho más fácil cuando no estás constantemente atrapada en el miedo. Sin embargo, justo en mi cumpleaños, temporada de fuego sagitariano, la arquera dentro de mí comenzó a despertar de esta neutralidad inducida.
Aquí varias de las razones por las que decidí salir de las pastillas:
Dejé de ser morning person – Ser morning person siempre había sido un pilar en mi vida. Mis mañanas eran sagradas: tiempo para mí, para escribir y mover el esqueleto. Desde que comencé a tomar Lexapro, dejé de despertarme temprano. No sé si fue la falta de energía o simplemente que se me quitaron las ganas. Lo que sí sé es que poco a poco dejé de priorizar mi tiempo a solas, algo que irónicamente me ayudaba a estabilizarme.
Automatizó mi vida – Por 300 días, mi rutina se volvió un ciclo infinito:
Despertar cansada, desayuno, TikTok, baño, vestirme, llevar a mi hija al daycare, trabajar, almorzar trabajando, buscar a mi hija, cocinar, más TikTok, acostarla, hablar 5 minutos con mi esposo, dormir. Repetir.Estaba crónicamente exhausta e inflamada – No entendía lo que era estar “inflamada” hasta que lo viví. Cada mañana despertaba congestionada y agotada, a pesar de suplementos, café y descanso. Quizás era la falta de ejercicio o algo más profundo, pero no podía seguir así.
Neutralizó mi vida… demasiado – Dejé de escuchar mi cuerpo y de reaccionar a cosas importantes: injusticias en el trabajo, faltas de respeto, señales de agotamiento. Me volví complaciente, sin rumbo claro.
El proceso de reducción gradual:
Con ayuda médica, comencé a reducir mi dosis hace un mes. Aunque aún no recupero mi energía mañanera, ya empecé a caminar diariamente y hacer ejercicios con más frecuencia, y poco a poco siento que retomo el control de mi bienestar.
Esta semana bajo a la dosis más pequeña y quiero empezar a levantarme más temprano, confiando en que mi cuerpo irá respondiendo a estos cambios.
Repito: no me arrepiento de haber tomado Lexapro, y no descarto volver a usarlo si algún día lo necesito. Este medicamento me mostró cómo es la vida sin ansiedad, y por eso siempre le estaré agradecida. Pero ahora siento que es momento de reconectar conmigo misma, hacer lo que sé que hace que mi cuerpo y mente fluyan mejor.
Estoy lista para esta nueva etapa, con herramientas que antes no tenía y con más claridad sobre cómo cuidar de mí misma.
Con amor,
María Elena