Desde mis tiempos de blogger, he escrito sobre las ironías de mi vida. A veces son tan, pero tan obvias, que estoy convencida de que mi angelito guardián es un troll. Pero un troll listo, porque esas mismas ironías/lecciones siempre terminan enseñándome que no existen casualidades. Así que, cuando quedé desempleada en Q4, justo en año de elecciones, en medio de un burn out, solo quería decirle a mi angelito: “Nice one, bruh!”
Pero vayamos al caso: durante las primeras semanas del desempleo estaba un poco molesta y rebelde (con causa), y sinceramente no quería saber nada de mi industria por un rato. Luego me dio un arranque de ego y dije: YO PUEDO. Y después, se me bajaron los ánimos otra vez tras recibir una decena de correos con: “Thank you, but unfortunately…”.
Por más que intenté mantener una mentalidad de “It’s just a job, not my life”, la realidad es que llevo un tiempo burnt out. Así que estar sin un trabajo full-time me ha venido bien y me ha ayudado a sanar todo el resentimiento que Corporate America suele provocar en los mortales que no pueden bajarse el Kool-Aid sin poner cara de asco. Según mi psicóloga, la mejor manera de salir de un burnout con un cerebro con ADHD es ocupando mi mente en algo que me llene. Así que pensé: DING DING DING! ¡Es hora de un challenge!
Como soy una persona bastante intensa con ADHD, el último reto que hice fue hace seis años, cuando me dio el impulso de entrenar y correr el maratón de Nueva York. Y aunque todos me dijeron que, después de eso, iba a querer hacer más, no he tenido la energía de correr ni un 5K desde entonces. ¡Pero ganas sí! ¿Será que soy mamá o son excusas? Me da igual, sinceramente, pero aquí está la foto como prueba. ¿Cuál es el punto de correr un maratón si no vas a hablar de esto por el resto de tu vida?
Luego de regresar de unas excelentes vacaciones con mi familia, llegué con más energía y ganas de enderezar mi vida. Así que me encaminé en un mental toughness challenge que no voy a nombrar ahora, porque, hablando claro, me da ✨vergüencita✨. Pero IYKYK. Mi intención es recuperar la energía y sentirme como la mejor versión de mí misma.
Mirando hacia atrás, el 2024 ha sido un año extraño y de mucho crecimiento. Me di cuenta de que vivir en autopilot me estaba matando. En los próximos meses, estaré fluyendo, pero tomando el toro por los cuernos.
Entre sincronicidades e ironías, mi angelito troll sigue recalcándome que todo va a estar bien.
Estoy descarrilada, pero en camino.
Xo,
María Elena