Hace seis años, meses después de mudarme de Puerto Rico a Miami, solía visitar una tiendita mística en el corazón de Coconut Grove, uno de los pueblitos más acogedores y "grounded" del Miami pre-pandémico, o al menos así lo percibía yo, mientras atravesaba las siete etapas del duelo que viví al dejar atrás Puerto Rico y todo lo que fui durante 27 años.
La primera vez que me quedé sin trabajo, volví a esa tiendita buscando respuestas en el tarot. En medio de un llanto incontrolable, la señora que me leía las cartas, llamémosle Sandy, me dijo unas palabras que nunca voy a olvidar: “meet them where they’re at.” No sé si esa era su intención, pero lo interpreté como un “tienes que dejar de ser tan intensa para poder sobrevivir en Miami”.
¿Le hice caso? Aparentemente no, porque un mes después un jefe me despidió diciéndome: “the fact that you are so happy all the time makes me not trust you.” Sus palabras fueron casi una burla, justo en el momento más bajo y depresivo de mi vida.
“Meet them where they’re at, María Elena.” Lo tomé en serio. Muy en serio. Tanto, que dejé de ser yo.
Cuando quedé embarazada de mi hija en medio de la pandemia, reducir la intensidad de quién soy, fue una decisión consciente por pura protección y supervivencia. Ya no era efectivo ser yo. Recuerdo el momento exacto en que pensé: “Ahora me toca tomarme las cosas en serio de verdad, para poder darle el mejor futuro a mi hija.” Y lo logré. Conseguí lo que creía que era mi dream job, trabajando desde casa, ganando lo que consideraba un buen salario, trabajando como mula y bebiendo todos los Kool-Aid que Corporate America me pedía. Dos años y cuatro meses más tarde, después de ser ignorada para una promoción, de recibir un diagnóstico de migrañas y de tomar pastillas para la ansiedad, aquí estoy, escribiendo desde el desempleo por tercera vez en mi vida.
Hace un mes visité otra tiendita mística, cerca de donde vivo ahora. Esta vez con los pies en la tierra, pero con la cabeza pidiéndome a gritos que le haga caso (a esto atribuyo las migrañas). Me encontré con un muchacho, llamémosle Chris, que insistió en leerme el tarot. Me dijo: “Hey, your spirit guides want me to tell you something!” Lo sé, la línea más cliché, pero quizá fue la intensidad en sus ojos o mis ganas de hablar con alguien que compartiera estas loqueras, que decidí sentarme a escuchar su lectura. El tipo tenía buenísimas intenciones y sus vibras eran impecables. Pero lo único en lo que acertó fue en la mosca que estuvo rondando mi cabeza durante toda la lectura.
“What does a fly near you mean in your culture?” me preguntó.
“I believe it’s envy or something like that. I’m not quite sure,” le contesté.
“Hmmm,” me respondió.
Y ahí lo dejamos.
Cuando estaba por irme, le conté sobre mi experiencia en Miami y el consejo de Sandy, con cierto grado de orgullo por lo que había tenido que hacer para sobrevivir en una ciudad tan difícil. Chris me respondió: “That’s horrible advice. You should never have to diminish yourself for other people.” Le dije: “You’re right, but I did what I had to do, and now I’m working to get back to learning who I am.” Le di un abrazo y le dije que volvería un día de estos.
Flash forward a aproximadamente un mes después. Una mosca se metió en mi casa un martes y estuvo rondándome todo el día. Esa tarde, a las 5PM en punto, tuve una llamada por Zoom que duró aproximadamente 70 segundos, en la que me dijeron que ese sería mi último día en la compañía que un día consideré mi dream job.
Es la tercera vez que me quedo sin trabajo desde que me mudé al sur de la Florida en 2018. Decir que las primeras dos veces fueron traumáticas es un understatement. No sé si es mi madurez, mi resiliencia o el escitalopram, pero estoy relativamente tranquila. Al igual que la mosca, la vida siempre me está dando señales que a menudo elijo ignorar, pero cuando las escucho, me encuentro con sincronicidades demasiado específicas como para atribuirlas a simples coincidencias.
Mientras escribo esto, la mosca ya se fue, y con ella mis ganas de querer encajar para sobrevivir. Ahora solo quiero vivir a plenitud. Un nuevo capítulo está por comenzar.
Seguimos. 💞
Exacto!! Super experiencias que sabes bien como interpretarlas!!! Voy a ti!!!😘
Pa’lante lo mejor está por venir. Un abrazo!