Romantizando el laberinto es una serie mensual, donde me desahogo en algún tema y lo romantizo de la mejor manera que puedo. Si te interesa este tipo de escritos, puedes leer el resto de la serie aquí.
Si lo hubiera publicado el lunes, a las 6 AM, habría mantenido una racha de 15 semanas seguidas publicando en Substack. Pero aquí estoy, miércoles, 3 de la tarde, intentando terminar de parir este escrito… y con la mente enfocada en una sola cosa: rompí mi racha. Fracasé.
Según mi lógica, publicar un miércoles no cuenta como publicar esa semana. Estoy convencida de que este post no tendrá la misma respuesta que los anteriores, que no lograré ser exitosa en Substack, y que ahora todos se van a dar cuenta de que soy una impostora.
Ahí tienen, un sneak peak dentro de mi mente en pleno auto-sabotaje.
Hablo tanto de cuidar nuestra salud mental, y al final soy yo la primera consumida por la autocrítica. Con el ejemplo de hoy, estoy descartando por completo que acabo de salir de un fin de semana largo en familia y que, además, estoy atravesando un periodo transitorio cargado de incertidumbre.
Me costó aceptarlo, pero la realidad es que soy una creature of habit. Las rutinas, por más monótonas que parezcan, me dan paz. Encima de eso, soy extremadamente goal oriented. Cuando tengo una meta, investigo cómo lograrla y hago un plan estratégico para llegar a ella paso por paso.
Levantarme todas las mañanas a la misma hora y saber exactamente lo que va a ocurrir hora tras hora, es un día ideal para mí. Obviamente, eso no es realista para casi nadie, y mucho menos para una madre. Por eso, he aprendido a adaptarme, a buscar maneras de mantener algo de calma y orden dentro del caos inevitable que implica vivir en la diáspora con solo tu pareja y tu hija.
Cuando las rutinas están más o menos estables, yo me siento enfocada. Todo parece estar en orden porque “estoy en control”. Pero cuando entro en un periodo de transición, sigo produciendo, solo que en autopilot.
Cuando estoy en autopilot, mi sistema nervioso solo me permite hacer lo que me parece necesario en el momento y nada de eso incluye respirar o mover mi esqueleto. Todo es una emergencia. Todo, menos cómo me siento.
¿Mi mayor fobia? No progresar.
Si me preguntas si tengo alguna fobia, probablemente te diría que, aparte del miedo a las alturas, no, ninguna. Pero si nos sentamos a hablar profundamente de la vida, quizás con una copa de vino en mano, te confesaría que mi mayor miedo es estancarme. Le tengo fobia a no progresar. A no ser la mejor versión de mí en todo momento.
Enfrento ese miedo constantemente: cuando siento que me estoy quedando atrás en mi carrera, en mi estilo de vida, o que me estoy dejando ir. Cuando me hablan con un tono que no me gusta. Cuando me dan crítica constructiva. Cuando siento que no estoy siendo la mejor madre, la mejor esposa, la mejor hija, la mejor amiga, la mejor hermana, la mejor en lo que sea. La mejor.
Y después juro a los cuatro vientos que no soy ni perfeccionista ni competitiva. Pero según todo lo que acabo de explicar, y las las 3 psicólogas que he tenido en el transcurso de mi vida, aparentemente, sí, lo soy.
La disciplina; mi talón de Aquiles.
Asumo que todos sentimos cierto orgullo cuando logramos ser consistentes en algo y empezamos a ver frutos. Pero en mi caso, mi fobia a no progresar se intensifica cuando estoy progresando. Me pongo más presión, convencida de que me subí a un pedestal para el cual no estaba lista, y que si no soy perfecta en cada paso siguiente, pronto todos se darán cuenta del fraude que soy… como si de verdad todos estuvieran pendientes a lo que hago.
Nota: A este punto en el escrito, ya me he auto-diagnosticado con ADHD, OCD y narcisismo.
Ciertamente, tener disciplina es clave para el éxito. Pero para mí, cualquier cosa que implique construirla se vuelve un reto. No porque no pueda hacerlo, sino porque siento que todo a mi alrededor tiene que estar perfectamente alineado con la imagen que tengo en mi cabeza para que esa disciplina se sostenga.
Me da vergüenza admitir cuántas veces he intentado el toxiquísimo 75Hard y todas sus versiones soft. Siempre empiezo convencida de que esta vez sí, esta vez lo logro y termino abandonando por ansiedad, depresión, enfermedad, vagancia o 💕rebeldía💕.
Si cuando pierdo la disciplina no puedo volver sin que todos los factores estén perfectamente en orden… ¿cómo se llama eso?
¿Perfeccionismo?
¿Auto-sabotaje?
Entre el autosabotage y el síndrome de impostor
Ir progresando poco a poco, ver crecimiento en mí y en las cosas que voy creando, se ha vuelto una especie de adicción. Me ayuda a callarle la voz al síndrome del impostor que me ha acompañado gran parte de mi vida. Es como decirle a mi niña interior: ¿viste? tú y yo sí podemos hacer cosas difíciles.
Eso también hace que uno de los retos más grandes en mi vida sea saber pausar. Sentarme a descansar. Y, sobre todo, aprender a rendirme cuando algo simplemente no es correcto para mí.
Pero no saber soltar a tiempo me lleva a quedarme en situaciones que ya no me hacen bien. Me aferro con el afán de arreglarlo, o de demostrarle al mundo, a los que me dudaron, y a mí misma, que sí pude. Que lo logré.
A veces, son cosas que ni siquiera quiero.
Por ejemplo: hace unos meses, mientras trataba de salir del desempleo, tomé la decisión impulsiva de crear otro newsletter aquí en Substack. Uno donde pudiera posicionarme como la digital marketer que soy. En vez de escribir desde el corazón, como hago aquí todas las semanas, iba a escribir sobre todo lo que he aprendido en mi carrera de más de una década en agencias de publicidad.
Recuerdo que pasé un día entero debatiendo con ChatGPT cuál iba a ser el framework de la publicación, buscando una idea que fuera auténtica, pero que a la vez me ayudara a posicionarme como líder en mi industria. Me convencí de que la idea era genial. Compré el domain, abrí otra publicación, y la dejé lista en Substack.
Ahí se quedó, sentada debajo de mi perfil, justo debajo de Vanidades y otros laberintos mentales, por casi dos meses. Esperando a que se me ocurriera publicar algo que, muy en el fondo, yo sabía que iba a sentirse como otra versión forzada de lo que he intentado publicar en LinkedIn.
¿Funciona? Claro.
¿Me representa? Para nada.
Porque cuando estoy en autopilot, prefiero confiar en la inteligencia artificial que en mi propia intuición.
Pero lo que ChatGPT no sabe es que yo tengo una virtud de nacimiento: detecto lo no genuino a millas de distancia. Las mentiras, los social maskings, la hipocresía, las inseguridades. Todo lo que no me nace auténticamente, mi cuerpo lo rechaza. Por más que trate de forzarme, mi cuerpo busca la manera de sacarme de las situaciones incómodas. Para que aprenda — a la buena o a la mala, pero aprendo.
Y así nació este escrito: caótico, pero con intención.
Conclusión: Está bien no tener todo en orden
El otro día, mientras me desahogaba con mi esposo sobre cómo me siento, me dijo algo que se me quedó dando vueltas, y que, en cierto modo, inspiró este escrito:
"Ves la pista de aterrizaje, pero todavía no puedes aterrizar el avión. Y por eso estás tan ansiosa."
Sí, quizás estoy en una etapa de transición. Pero esta vez me prometo no estar en autopilot. Desde este momento, me prometo más movimiento, más expresión, más amor propio y compasión por mi situación. No siempre tengo que tener claro lo que viene. A veces, el crecimiento llega en el free fall, cuando suelto el control, doy lo mejor de mí, y confío en que todo se va a acomodar para mi mayor bien.
Sigo preparándome para lo próximo. Organizándome. Buscando cómo reencaminar una carrera que ha estado estancada por los últimos ocho meses. Pero lo que nunca estuvo estancada fui yo. La vida siguió. Yo seguí creciendo.
Así que aquí ando hoy. Perdonándome. Dándome la oportunidad de seguir, aunque sea un día más tarde, tres años más tarde, o una década más tarde. Porque mi valor no está en cuándo lo hago, sino en cómo lo hago.
Que este sea tu recordatorio: todo está bien. Respira. Mira hacia adentro. Date un break.
Al fin y al cabo, este sí es el post número 15 en mi racha de Substack.
¡A celebrar!
Con amor,
María Elena Rodríguez
_
Si disfrutaste este post y me quieres apoyar, aquí hay varias maneras que puedes hacerlo de manera gratuita:
✅ Deja un comentario o dale like al posts. Tu interacción ayuda a que el algoritmo lo muestre a más personas.
✅ Comparte el enlace de mi Substack en tus redes sociales, especialmente si sabes que a tu comunidad le podría gustar este contenido
✅ ¡Suscríbete! Si aún no lo has hecho. :)
Voy a ti y pago doble!
A pesar de que el origen de este escrito haya sido el caos, me encantó porque se sintió muy real, cercano. Es una realidad que nos pasa a muchos y hay que hacer las pases con eso 🤝🏻 Enfócate solo en las cosas que verdaderamente puedes controlar!