Via Substacker Maggie
Llevo siete días editando este escrito, la segunda parte de Romantizando el laberinto. Comencé esta serie pensando que sería fácil de crear, pero pronto me di cuenta de que estaba equivocada.
Pensé que era mi ego, mi intuición, o incluso mi experiencia lo que complicaba este proceso, pero la verdad es que es el miedo. Miedo a compartir aspectos profundamente privados de mi vida, especialmente aquellos llenos de amor y abundancia. Quizás por eso he estado disfrutando tanto estos días lejos de las redes sociales. La desconexión me da la paz que necesito para escucharme a mí misma.
Ahora que estoy fuera de medicación y en la fase lútea de mi ciclo, siento cómo viejos patrones intentan regresar. Pero, aquí está lo importante: los siento, los reconozco. Estoy consciente de lo que está ocurriendo y, más que nunca, estoy comprometida a cambiarlo.
Mis intenciones para el nuevo año son claras: vivir desde el amor y dejar atrás los resentimientos. Eso comienza soltando los miedos, así que empiezo por compartir contigo lo que hizo que mi 2024 cerrara con broche de oro:
Mis mañanas comienzan antes que las de todos en mi casa.
Escribo en mi diario, leo mientras disfruto mi café, y poco a poco estoy añadiendo minutos de meditación. A veces, incluso le pongo música de holiday ambience en YouTube para crear el ambiente perfecto, aunque realmente no lo necesito: con solo mirar a mi alrededor, sé que estoy viviendo un sueño hecho realidad.
Voy al gimnasio tranquila, sin apuros. Levanto pesas, mantengo un ritmo constante en el cardio y, hace poco, corrí una milla sin parar después de años sin siquiera querer correr. Estoy escuchando y honrando a mi cuerpo de la forma más sana posible.
Pronto comenzaré un trabajo que no solo me dará lo que necesito, sino más que suficiente para darle a mi familia y a mis amistades la vida que quiero para ellas.
Vivo en un lugar donde el invierno tiene un promedio de 65°F. Aunque a veces me gustaría experimentar un invierno más tradicional, este clima es perfecto para mí.
La secuencia del número 2 (22, 222, 2222) aparece en todas partes, y sé que es mi abuelita desde el cielo recordándome que todo se está alineando a mi favor, como siempre.
Retomé mi relación con algo más grande que yo. Sin cristales, sin cartas, sin velas, sin religión. Solo conmigo misma, porque lo vivo, porque lo siento.
Llevo 31 días leyendo al menos 10 páginas de un libro al día, y me encanta.
Viví una mañana de Navidad llena de magia e ilusión, justo como siempre la soñé. Tengo una familia hermosa.
Después de años sin inspiración, estoy escribiendo con más pasión y amor que nunca. Y después de años de amistades tóxicas, ahora tengo el mejor grupo de amigas, personas que me quieren y me respetan, con todo y mis defectos. Me hacen sentir mejor cada día.
Hoy tengo todo lo que necesito y más.
Y aunque esto pueda sonar como afirmaciones, es mi realidad.
Una realidad que soñé hace años.
Una realidad que alguna vez pensé inalcanzable, y aquí está.
Gracias, Universo. Gracias, Guías.
Pero, sobre todo, gracias, Misma.
<3
María Elena