Estoy adicta a mi celular (y no estoy usando Instagram ni TikTok)
Cómo me he perdido por estar pegada a una pantalla
¿Dónde está tu celular ahora mismo?
Quizás estás leyendo esto desde tu celular o quizás desde la computadora, en un breakesito de tu trabajo o universidad. Pero de lo único de lo que sí estoy segura, es que tu celular, si no está en contacto con tu piel o ropa ahora mismo, está a un máximo de un pié de distancia de donde te encuentras.
¿El mío? Está en la cocina, dentro de una ziploc, secándose en arroz crudo y, aunque no lo creas, vivo para contarlo.
Ayer estuve la mitad del día disfrutando del verano con mi hija en el patio de mi casa, batallando el calor y la humedad entre manguerazos y una piscinita inflable de Amazon. Y, al parecer, ni estar practicando juegos acuáticos me motivó a quitarme el celular del bolsillo del pantalón. Así que, ahora cada vez que pongo a cargar mi celular, me sale una advertencia de que tiene agua por dentro.
Entonces, tomé ahogar mi celular como una señal para finalmente sentarme a escribir sobre esta realidad distópica que me lleva consumiendo desde los 13 años.
El problema no son las redes sociales
Pasé la última semana y media enferma, y como la mayoría de las personas en el 2025, mi screentime subió considerablemente.
Pero no fue culpa de Instagram ni TikTok.
Aunque bajo ambas aplicaciones esporádicamente, por aburrimiento o curiosidad, siempre las termino borrando en menos de 24 horas. Con orgullo puedo confirmar que creé la disciplina de identificar cuándo estoy dependiendo de dopamina vacía y borro estas aplicaciones antes de que me termine vaciando yo también.
Sin embargo, mientras más tiempo paso sin estas aplicaciones permanentemente en mi home screen, más me doy cuenta que el problema no es Instagram ni TikTok; es la dependencia que tenemos con el celular y todas sus aplicaciones: Youtube, email, Google, ChatGPT, etc. En fin, todo lo que se almacena en una nube ficticia pero vive en nuestro cerebro 24/7.
A veces me pregunto por qué no me siento conectada a un poder superior últimamente. Pero luego recuerdo que llevo años que me meto a bañar, y lo que antes era un momento de meditación, donde me llegaban mis mejores ideas, ahora siento una necesidad insaciable de estar escuchando algún podcast o video de YouTube.
Porque God forbid que no esté multitasking en todo momento.
Si no es eso, salgo a caminar “para relajarme” con los AirPods puestos, como si los sonidos de la naturaleza, la brisa y el sol no fueran suficiente para relajar mi sistema nervioso.
A veces nos enfocamos tanto en crecimiento personal, que nos perdemos en un loop infinito de auto-ayuda. Lo más gracioso de todo esto es que cuando llevas años en ese ciclo, sabes que la única lección que tienen en común todos esos libros, podcasts y life coaches, es que todo lo que necesitamos está en nuestro interior.
Pero solo repetir esa realidad no genera una economía rampante.
Entonces, seguimos pagando $9.99 + tax por una aplicación para que una voz pregrabada con acento europeo nos recuerde que tenemos que estar quietos para escuchar nuestro interior.
El problema con la dependencia al internet
En estos días si me quieres encontrar, tienes más probabilidad de conseguirme escribiéndome por LinkedIn que tocando la puerta de mi casa.
Mi lunes a viernes consisten de estar en LinkedIn buscando qué posición nueva puedo solicitar, con quién puedo hacer networking y llamadas por Zoom para concretizar dicho networking. Encima de todo, paso horas llenando solicitudes de trabajo que me rechazan al instante porque no puse los keywords correctos para que el AI de la plataforma me identificara como una candidata ideal.
Decir que siento que estoy navegando un mercado laboral imposible no es una exageración.
Y aunque entiendo y concuerdo con muchas críticas hacia el AI (al fin y al cabo soy víctima de ella), no puedo evitar ver a ChatGPT como un salvavidas en medio un mundo, donde para sobrevivir, hay que estar 5 pasos delante de la competencia y conectado 24/7.
¿Me gustaría que no tuviéramos que hablar con Hal 9000 para sobrevivir? Obvio.
Pero cuando el tiempo es dinero, ChatGPT, funciona como un asistente personal que nos ayuda a investigar con más eficacia, a identificar patrones sin tener que llevar una base de datos y a veces hasta sustituir a un psicólogo.
En fin, somos víctimas de las circunstancias.
Cuando rayamos en lo absurdo
Esas dos semanas y media que estuve enferma, me encontré un poco frustrada con mi Oura Ring.
Aunque lo disfruto, mi “anillo inteligente” estuvo recomendándome que me fuera a mover el esqueleto porque tuve 8.15 horas de sueño y mi recuperación estaba “óptima”. ¿El problema? Estuve congestionada durante todo ese tiempo y, aunque intenté esforzarme a ver si me ayudaba en algo, cada vez que intentaba salir a caminar, para cumplir con la cantidad de pasos recomendados para ese día, me fatigaba.
Demás está decir que esa aplicación, que tanto disfruto abrir por las mañanas para ver la efectividad de mi sueño, nunca identificó mis síntomas como “signs of strain”.
Al parecer encuentro muy decepcionante que un algoritmo no reconozca las señales de mi cuerpo mejor que yo.
¿Existe un antídoto para esta hiperconectividad?
Quizás no uso las redes sociales como una típica millennial, pero sí uso un anillo que me dice cuándo tengo que descansar y ChatGPT sabe más de mi vida que mi propia madre.
Entonces, ¿qué podemos hacer cuando vivimos hiperconectados a LinkedIn por necesidad, YouTube/ podcasts por soledad y dependemos de un AI como asistente personal?
Quizás la solución no sea dejarlo todo y mudarnos a Bali, y sinceramente sugerir borrar estas aplicaciones que muchas veces son responsables de nuestro sueldo y bienestar, suena tan exagerado como mudarse a Bali en esta economía.
En una de esas miles de piezas de contenido de auto-ayuda que llevo consumiendo durante toda mi adultez, leí (¿o escuché?) que no siempre vamos a tener motivación para hacer lo que debemos hacer. Que el cambio verdadero viene de la disciplina en hacer lo que debemos, incluso cuando no hay motivación para hacerlo.
Aunque estoy 99.9% segura de que esto vino de algún podcast glorificando el hustle o diet culture, estoy muy de acuerdo; en la disciplina está la solución.
Sé que no suena sexy, a mi también me aburre esta conclusión.
Si como yo, llevas meses o quizás años, que no escuchas esa intuición que antes tanto te hablaba, o te sientes más desconectada de tu espiritualidad, sugiero que tratemos de practicar lo siguiente—
Maneras de soltar la dependencia al celular:
Si estás con un ser querido o amigo, deja el celular en otro cuarto.
Antes de preguntarle a ChatGPT sobre tu próximo plan de acción en la vida, mejor, llama o escríbele a una amistad para discutirlo en persona. Si es algo de negocios, escríbele a tu mentor o encuentra a uno.
Saca cita con tu psicóloga. No necesito abundar más en este.
Sal a caminar sin headphones y, si puedes hacerlo sin riesgo, sal sin celular.
Lee libros. Preferiblemente físicos, pero si eres como yo y prefieres e-books, usa un e-reader como un Kindle o Kobbo en lugar de una tableta.
Ponte un tiempo meta para soltar el celular y apagar el TV por las noches.
Pon el celular en otro cuarto para irte a dormir – yo aún no he logrado hacer esto, porque lo uso como alarma, pero pretendo lograrlo pronto.
Ponte un límite de tiempo para usar video juegos — recientemente volví a jugar Animal Crossing en mi Nintento Switch y wow. Definitivamente necesito un límite.
Confesiones y conclusiones
Aunque todo lo que publico es creado y escrito por mí, confieso que me he vuelto dependiente de ChatGPT para revisar ortográficamente mis escritos y a veces, para optimizarlos con el algoritmo y el SEO.
Aunque escucho mi cuerpo e intento seguir sus señales, muchas veces me dejo llevar por mi Oura Ring o lo que leí en el internet para tomar decisiones.
Aunque trato de estar lo más presente con mi hija, a veces me quedo pegada al celular o laptop, al punto de que mi hija me tiene que pedir que suelte lo que estoy haciendo y la atienda.
Aunque tengo una psicóloga, hace meses que no la llamo porque siento que ChatGPT me ofrece lo que necesito (y por menos costo).
En resumen: Me he vuelto adicta a optimizar mi vida a través de una pantalla.
Hasta hoy.
Es hora de entender que soy suficiente; que no dependo de nada externo para optimizar mi vida.
Hoy publico este escrito tal y como lo parí. Como un recordatorio de que no solo soy capaz de escribir como me gusta y llegar a lo que quiero, sino que no tengo que hacer todo con la intención de ser la mejor o vencer algoritmos para crecer.
Estoy entrenando mi cerebro y sistema nervioso a vivir en paz con el silencio.
Porque la meta es escuchar y sentir más.
Y esto no requiere perfección; solo fuerza de voluntad y ganas de volver a sentirte.
Brindemos por la disciplina de mantenernos conectados con lo que viene de adentro.
Con amor (y sin ChatGPT),
María Elena
Si disfrutaste este post y me quieres apoyar, aquí hay varias maneras que puedes hacerlo de manera gratuita:
✅ Deja un comentario o dale like al posts. Tu interacción ayuda a que el algoritmo lo muestre a más personas.
✅ Comparte el enlace de mi Substack en tus redes sociales, especialmente si sabes que a tu comunidad le podría gustar este contenido
✅ ¡Suscríbete! Si aún no lo has hecho. :)
Aquí otra del club de "me eliminé Instagram y Tiktok" y ahora veo que busco la dopamina en otra parte (y del club Animal Crossing también — menos mal que no llegaste a Stardew Valley!)
Es una verdad que nos cuesta a todos aceptar y por lo menos a mí que soy casi total dependiente de chat gpt y lo uso para que me ayude a corregir los signos de puntuación d mis posts. me llegó el alma porque es algo que no quería aceptar y que me costaba ver así que sí voy a mirar un video de signos de puntuación y soltar un poco a chat gpt