En 2017, en el punto más alto de mi wellness journey, las enseñanzas de Gabby Bernstein me abrieron una puerta que necesitaba: la espiritualidad sin religión, sin culpa, sin hipocresías. Sus enseñanzas y meditaciones guiadas me ayudaron a conectar conmigo misma y, por primera vez en mi vida, sentí paz.
Pero esa conexión duró menos de lo que esperaba.
Siete años después, como parte de un reto personal, tratando de conectar con esa paz que una vez sentí, sin necesidad de antidepresivos ni estimulantes, decidí regresar a Gabby, leyendo uno de sus libros más populares, The Universe Has Your Back. Pero esta vez, la experiencia fue diferente.
Para mi sorpresa, me he encontrado aburrida y hasta molesta por sus historias que ya ha mencionado en sus podcasts, videos de YouTube, y la constante necesidad de enviarte a un enlace para venderte una suscripción de manifestación. Es como ver una película sabiendo los spoilers, pero esta película está llena de oportunidades para upselling. Como diría mi hija: gross.
A falta de otro libro de autoayuda que me resonara en estos momentos, decidí seguir leyéndolo en las mañanas con mi cafecito, porque, honestamente, es mejor que doom scrolling. Así, ya voy por más de la mitad y, aunque mantengo mi opinión sobre el libro, ya entiendo por qué me molesta tanto: ya yo sabía esta información; yo soy prueba encarnada de que the Universe does, in fact, have my back; pero sin darme cuenta, dejé que todo lo que me hacía sentir en paz se desmoronara poco a poco.
Dejé de practicar todo lo que me hacía vibrar más alto para intentar encajar en un molde que nunca cupe. Cambié mis mindful mornings por unas horas más de sueño, cambié la meditación por pastillas, cambié mis adaptógenos por el "Kool Aid" del mundo corporativo, y cambié mi práctica espiritual por el cinismo. Y así, fui enmascarando mis miedos, ansiedades y problemas con comida, alcohol, compras y antidepresivos, cuando el verdadero problema era mi desconexión con mi interior.
Después me preguntaba por qué ya no veía tantas sincronicidades como antes y por qué ya no podía escribir como antes.
La respuesta siempre estuvo aquí conmigo. En 2024, luego de un tropiezo que ahora veo como una bendición, mi cuerpo dijo: “BASTA”.
Sé que estoy en buen camino porque esta semana el universo subió el volumen, o tal vez yo estoy más presente — aún no identifico la diferencia. Solo sé que me ha estado enviando señales y retos, incluyendo uno que llegó con un ataque de pánico. Sentí la necesidad de automedicarme con agentes externos, pero me permití sentir lo que sentía, respirar, abrazar, y poco a poco se me fue yendo el miedo. Recordé lo que leí en el libro de Gabby: Fear is the absence of love.
No voy a caer en clichés y decir que el 2025 es mi año de regresar a lo que me hacía vibrar más alto, porque ya lo estoy haciendo y viviendo. Solo sé que el miedo ya no gobierna, porque he decidido volver a mí, y en ese camino estoy descubriendo la versión más libre y auténtica de quien soy.
Y como si no necesitara más pruebas, mientras buscaba una imagen para esta publicación, la siguiente imagen me apareció en mi Pinterest, a la 1:11PM exactamente. ✨