Romantizando el desempleo con una crisis existencial ~light~
Romantizando el laberinto | #4
Entre una botella de Chardonnay, popcorn y lo que queda de mi bendita ~resiliencia~, pasé la tarde del viernes releyendo el email que envié unos días antes a una recruiter tras una entrevista exitosa. Intenté encontrarle defectos, pero logré lo contrario: me sentí orgullosa por haber dado el máximo, enviando la solicitud más completa que he enviado hasta el momento.
¿El problema? Me tomó al menos dos horas redactarla y enviarla el miércoles, y para las 3PM del viernes, era hora de aceptar que mis tan anhelados next steps no llegarían by EOW.
Otra entrevista que me elevó a lo más alto y terminó en silencio.
» I’m e x h a u s t e d «
¿Qué aprendí de esto?
No debo tomar Chardonnay.
Tengo que bajar mis expectativas después de entrevistas — eliminarlas por completo suena como una mejor idea, pero, baby steps.
Los viernes son el peor día de la semana para los desempleados — concretizan tu estatus por una semana más.
Los lunes son el día favorito de los desempleados — son un botón de restart; nuevas posibilidades, nueva energía y nuevos job postings.
Por eso, hoy lunes, día favorito de los de ~mi clase~, vamos a romantizar el desempleo.

Escribo esto desde mi sofá, acurrucada con mi café preparado exactamente como me gusta, rodeada de cojines, frisas, mi perrita y mil pensamientos no-catastróficos. Me encuentro escribiendo lo que la musa me dicta en lugar de estar editando mi portfolio o enviando más resumés y cold emails. Pero no me siento culpable por la pausa.
Hoy me siento tranquila y agradecida, pensando en el crecimiento de los últimos meses; un crecimiento que identifiqué detrás de un patrón que solo practico cuando tengo los pies sueltos, la cabeza en las nubes y el corazón al desnudo:
Cambio mis carteras por mochilas — Vacío mis carteras, boto lo innecesario, organizo en mini pouches y me convierto en una nómada bruji-moderna con mis indispensables: laptop, tarjetas, llaves, libreta, bolígrafo, Kindle, tarot y quizás algún cristal.
Encuentro tesoros en lo ordinario – Últimamente me pueden encontrar en GoodWill y Salvation Army buscando tesoros. Quizás por orgullo o porque no estoy prestando atención, cuando tengo un full-time, me olvido de lo mucho que me gusta comprar objetos de segunda mano, sobretodo cuando son únicos y tienen historia. Son como una versión económica de las tienditas de los museos que tanto disfruto.
Me desbordo de palabras para escribir – Me la paso parando todo lo que estoy haciendo para escribir lo que tengo en mi cabeza, antes de que se me olvide.
Encuentro paz en la inestabilidad y el silencio – A lo que vine —
Cuando eres parte de un lay-off, no solo te desconectan del email, cloud, servidores y Slack; te desconectan de todo lo que fue tu vida por el tiempo que estuviste en esa compañía. Tus ex-coworkers se desaparecen, como si hablarte contrajera un virus mortal, o peor aún, otro lay-off.
Pero hoy no vamos a hablar de eso. Llevo tantos años en la industria, que mi hipersensibilidad se relaja un poco cuando se trata de hipocresías corporativas.
Hoy quiero hablar del silencio.
Y, ¿quién mejor para enseñarnos del silencio que las plantas?
Un mes antes del lay-off, en medio de una de mis crisis/migrañas diarias comunes cuando no estás contento en donde te encuentras, corté el tallo de una matita que no estaba creciendo. Le dije: "Si creces desde el tallo, vamos a crecer juntas". Hace unas semanas noté que aún no crecía, así que la cambié de lugar y le comencé a dar atención. Hace unos días, vi unas pequeñas hojas salir del tallo. En silencio, estaba echando raíces y mostrándome que estaba lista para crecer ramas.
Desde entonces, he estado sembrando plantas en tiestos por toda mi casa, hablándoles y hasta reproduciéndolas para llenar cada rincón de mi hogar con vida y silencio.
🌱 El silencio del desempleo
El silencio del inbox.
El silencio del celular.
El silencio del hogar.
El silencio en todos lados, menos en la cabeza.
El silencio del nido vacío del capitalismo.
Expectativas, comparaciones, ¿carreras?
¿De qué valgo?El silencio que me llevó a leer 7 libros en menos de 3 meses.
El silencio que me llevó a sentarme a escribir. El silencio que me llevó a compartir lo que escribo.
El silencio que me ha sacado las palabras que no escribí en 6 años.
El silencio que me hace parar todo lo que estoy haciendo para escribirlas.El silencio que me llevó a salir a caminar y fluir en el mat otra vez.
El silencio que me llevó a reencontrar mi amor por la tierra y sus plantas.El silencio que me recuerda por qué me tatué un bolígrafo en mi brazo derecho y por qué, por tantos años, lo quise borrar.
El silencio que me impulsa a olvidarme de mi fobia a las agujas y hacerme 3 tatuajes más.El silencio que libera.
El silencio que me trajo esperanza. El silencio que me dio paz sin pastillas.
El silencio que me quitó las migrañas y me devolvió el buen vino.El silencio después de la tormenta, que me recuerda que, con ella, se llevó toda la maleza que no me dejaba ver la magia de mi jardín.
El silencio que me sembró.
El silencio que reencontró mi voz. El silencio que me regresó a mí.
Con amor,
María Elena
El silencio que se comunica..... Me identifico con tu escrito porque pasé por algo similar, pensando que me iba a retirar del lugar de trabajo pasado y no fué así. Fué en mis horas de silencio en donde pude idear mi futuro inmediato y echar para adelante, creando mi propio negocio. Tu tienes muchos talentos a tu favor, se que pronto, en ese silencio va a nacer la idea que te hará alborotar ese silencio de alegría.
Así será